
Resignaciones y antifaces que se apiñan en los prados
de mi memoria vertiginosa, el laúd de mis ojos
se disfraza de cristales que hacen eco en mi alma arenosa
de playa y de duna
pero mi cuerpo matutino
se mutila en la desesperanza gigantesca y pagana
de tus brazos sedosos,
que de mis anales solitarios caduca el vocabulario
de la dulce tarde y el silencio me atrapa con sus garras
casi nocturnas rasgando mi crisálida conciencia.
Estalla mi barcarola sonámbula e insondable
en tu espalda color turquesa,
hubo momentos en que no pude ser
el siguiente capítulo de tu piel, entiendo
que no haya sido esa ensoñación
de tus labios a pesar de que me rompí
la cara amándote.
El antifaz que traigo puesto es el de la soledad
con su maldita amargura colgándose
de mi nariz de papel,
seré breve, no me respiro y no me he visto pasar
por la mirada de la luna.