Mi bello amor

Mi bello amor

Mi dulce y gran novia

Mi dulce y gran novia

Mi novia mi niña bella.

Mi novia mi niña bella.

El amor de mi vida

El amor de mi vida

28 de febrero de 2009

Ya le has dado la vuelta al mundo corazón


Ya le has dado la vuelta al mundo corazón,
que acallas en esa piedra núbil el despecho.

Cupido es una célula, que en caballo blanco
echa alegorías fanales como si fuera cazador
del viento y del beso, de los vitrales marinos y bandoleros
descifrar a la flecha lanzada con tiranía…

Con toda mi hambre, tu controversial silabario
que no tiene herencias, ni Querubines ni narcisos.

¡Ah! El amor, un paraje salino como nauta
que en pos de ser romántico, escarba en el cielo
su estrofa amorosa y desteñida…

Pero Cupido no me conoce,
y soy archipiélago y cóndor surcando párpados
blasones, son de antaño los corazones
y sus latidos, son riberas que zumban
en el apogeo de aquellos días y de estos.

Esta asunción monarca es pescadora,
es el corazón que a veces se detiene cuando llega febrero,
montado en una nube desnuda que se esconde
en mi alma espumosa, pero los grandes labios del día
se sacuden en mi barcarola arrugada.

Es que en las venas de un arco, la sangre es flecha
que choca con mi sombra enamorada
y con mi pupila resarcida por el sueño de amar…

Cupido florido, mi corazón ya le ha dado la vuelta al mundo
hasta se ha ido a los poros ciegos de la caricia.

Quiero un tren que a tus pies hermosos me lleve,
y a ras del suspiro… Soñar que no he soñado.

27 de febrero de 2009

La celestina


La celestina


La trigueña celestina como campánula sonora,
almidonada la amorosa de su alma que a veces se hace mía
y del aire juglaresco que dobla a aquel álamo blanquecino
que juega con el espíritu menudo de tu piel silenciosa,
y yo me envuelvo entre el páramo y la gala de tu cuerpo,
muchas veces soy pergamino, te persigo como se persiguen
los semblantes de los sigilosos, mis brazos se estiran
como el cuello de las iglesias hasta tu llama viva,
esa mi dulce y enamorada celestina…
Tu de lo sutil adoradora, mujer nenúfar, ¡Mucho te amo!...
¡Ah mi celestina! Todas mis caricias de ámbar tuyas son.

Entonces ara, duquesa de la aurora,
eres dueña de mi bandada de ósculos cristalinos, eres de lino,
y todos los días de mi vida, entiendo que soy troyano
que arde en tus portentosos latidos,
ya tu legado amor, es una marejada colosal,
ahí donde vuela la ave cítara de color turquesa… Ahí el corazón
parece gladiador, ahí el corazón y ahí el amor del poeta
que le escribe a su divina, a esa piadosa estrella de porcelana
con cutis de luna y boca de plata, que hermosa mi catrina.
Geisha de la hojarasca y del amanecer púrpura.

Entonces palideces a tu encuentro con la corona,
brisa eres y me atrapas en tu memoria
como el arco a su flecha y el arquero a su presa…
Y eres vendaval absoluto de la noche, y te vas
a tu almohada inmensa y duermes como espiga soberana,
celestina trigueña, celestina amada.

26 de febrero de 2009

La bruma de ti


Sucede, que me incides, que eres madreperla
y que tus labios estallan
como en el limbo los tersos volcanes,
que son manzanas y mirlos…
Tus cejas se visten de cascada,
estas silenciosa y desnuda como el ático
que nació de mis manos mojadas.

Una caricia es; la ráfaga de un suspiro
sin amarra, que vuela hasta ti como poseído,
hasta ese panal donde se vierten
los prados, que son como fósforos,
ahí enardece la cintura bonancible
de los narcisos lívidos.

Sucede, que ahora que vuelvo a escribirte,
de mis manos eres incendio prodigo,
que tus mejillas son corales
y que como si fueran humo, aletean
encima de mi nariz.

Sucede también, que tus piernas son marítimas,
como enjambre de medusas
y bandada de cenzontles coloquiales…
Son el verano que zumba en mis letanías.

La bruma de ti, maraña rozando los recuerdos
lozanos y los crisoles divinos,la careta de mis versos
son diluvio que erosionan tu ombligo de alba.

Dedicado a Margarita, siempre en mis recuerdos.

Talones de lino


Talones de lino al ademán fugaz de una falda
ansiosa que recoge el color del universo,
en las trenzas de un sábado descalzo e invidente,
que oscila tenue en lo gitano…

Es una cesta que trae el aire para reunir
manzanas con risa de trigo
y apariencia de pies rozagantes
con listones oceánicos, tan silentes,
tan silentes en la costura de una flor,
en la silueta de un ciprés mimado
por el sol en época veraniega.

Sandalias de plata, en maletas consteladas
por un ramillete de luceros,
que se van al cielo todas las noches…

Y tú tan colgada de tu sueño,
en un viaje supongo yo…
Al nido de los cuerpos celestes.

Tú que tienes mejillas talladas
por el artesano de la luna.
Talones anónimos, entrañables
e ibéricos, talones de lino…

Manos sutiles viajeras, como voladas,
como transeúntes olas por las huellas
suaves del infinito.

Talones de lino, mejillas talladas
por el artesano de la luna…
¡Ah!... Mujer un candor subliminal,
candor de candores veraniegos.
¡Ah!... Tú.

24 de febrero de 2009

Julieta


Julieta


Julieta, ¡Ah! ¡Julieta! Tu los cantaros que loan,
que se apilan en la dulce arpa del cielo epilogo,
eres de mi gris cuerpo, tú, Julieta, eres la veleta
la insensata amapola que a mis venas les sangras,
dulce, fresca, como los claveles de la tarde lozana…
En que te pienso, a ti, pulpa de mi alma solemne.

Julieta, los amarantos son crisoles, son náufragos
son riachuelos latiendo en tus pupilas férvidas,
son estivales y son anémonas forcejeando
con el viento y es el invierno que cambia de dirección…
Me gustas, porque emerges de mi última ausencia.

Julieta, allá están delgadas las estrellas
y las monotonías, tienes la espalda llena de gloria.

Los suspiros son cipreses, son un mosaico de silencios
que se hacen flechas y en tu mundo se encajan.

Julieta mía, ¡Ah! Julieta, aquí te espero,
con mis brazos para recoger el lucero que se te cayo
de tus pechos dormidos en la menguante luna…
Tu, mujer diáfana, de este alud…
El amor grande que te doy.

Te traigo jacintos


Te traigo jacintos

Amor, amatista, te traigo jacintos a ti, fina comunión
con el florido atuendo albino
de la mágica luna, concebiste pues la venia
del suspiro diáfano e inmenso
que se quedara para siempre atrapado en mí,
como una carta das cabida a que se escriba
una caricia en tu mejilla…
Donde he de recoger el arrullo alegre.

Quédate quieta Natalia, que tienes una mariposa
en tu cabello de avena, que luces avasalladoramente
como el amanecer con su azafranado color…
Exacerbar esa parte ficticia con el murmullo
del sol efebo, que tu auge de espiga huye
como engreído a mis brazos pintores.

Te traigo jacintos de allá de las colinas
donde hay parvadas melosas de bizantinas hadas,
y esos pilares de flores son majestades
que tu corona de reina al campo verde ya piden,
que eres sutil amatista y yo te traigo jacintos.

Quédate en los labios que se cimbran enamorados,
que la noche emigra con su mirada infinita
como un bajel que despunta del muelle
que apacienta a mi alma, así tú,
dulce travesía, duerme en el beso satinado,
y en el aguijón del viento que fulgurece…
He de recoger el arrullo alegre, de tu piel.

20 de febrero de 2009

Sin ti




Sin ti, que albergaras con palmares
al clavel sereno en las sienes
del destino, que te posaras a veces
en lo denotativo de la luna fina.

¡Ah! Eres tu, toda mi tristeza,
la tarde ya no me acoge
con sus brazos reminiscentes
¿Cuando se te acabo el amor,
Y te fuiste de frente
con tu artero orgullo de bronce?
E hiciste añicos al que parecía un cándido porvenir.

Sin ti, fontana que se dispuso a ser blasona lágrima
del alud de mis ojos, imprudencia tuya
que me hiciera llagas, que me volviese hoja bermeja.

Sin ti, que me albergaras
en ese vaivén presuntuoso del dulce sarcasmo, sin ti,
¡Sin ti! Porque con la entereza
de hacer tu amor perdedizo… Te alejaste con el estival.

9 de febrero de 2009

Una isla donde no haya ningún silencio


Escribiré tanto escribiré mucho ¿cuanto será tanto?
que tanto que te amo y no hay palabras para decírtelo
si yo hablara desde la lengua no me creerías lo que te digo
que el corazón tiene razón
te hablo con sus propios latidos
te hablo encendido de pasión
que mi retina no es como la retina de todos
a ti te ve azul y roja de todos los colores te ve
hay que hacer una pausa...
Y respirar agua caliente y preparar los brazos para tu espalda
y esperarte hasta que vuelvas con tu mirada
de gaviota con tu mirada de pradera y romántica
yo no he discutido con mis ojos
cuando no te ven pero si quiero abrazarte
y es que es diferente cuando las estrellas
son pasatiempo y tus mejillas son para comerlas
estoy pensando en que te haré el poema más largo de todos
que hable del mar, de las sirenas,
de los escondites del sol cuando aparece la luna,
de lo que te extraño, de lo que te pido,
de lo que soy a tu lado y nunca dejare de ser
ya he hablado mucho y tengo el pecho como palmera fresca
las sombras son las mismas sombras desde que te conozco
pero ya es hora de no dormir y escaparnos
a una isla donde no haya ningún silencio
ya se que me haces existir en tu alma
siempre me respiro igual a las mismas cosas
y las cosas tienen cuello de tortuga
y caparazón que piensa en las mariposas
cuando seamos silencio hay que hacer fiesta
porque eso no se da todos los años
claro amor, no me tomes a mal callar
cuando callo y hablar cuando debo
yo te hablo como los camaleones
y callo como los cipreses
¿A donde se va mi cultura del cortejo?
¿A donde se van mis manos cuando tengo tu cuerpo a modo?
Después de todo francamente son las preguntas
que más me atrapan y nunca sabré
cual es la respuesta correcta, si se me cayo la mirada de seco
donde no hay manera de recogerla y mas sin embargo
se que tu la ves posando en un frasco sin tapadera.

7 de febrero de 2009

Fines


Hay sábados a los que les atañe;
que los espantapájaros puedan ser el dormir
desentonado de los muchos ruidos del mundo,
y yo más negro, que las pocas gargantas de la noche
que se beben en popote las mechas de un entorno
cualquiera... no sé si el mío, no sé si el mío.

Hay sábados que no soy ni estribillo,
y me quedan las orejas repletas de quejas torcidas.
Hay sábados, muchos sábados donde nadie
me arresta, ni siquiera para robar...
algo de mí.

Pero hay hadas con nombre, de pocas letras,
que tienen el corazón más grande que los milagros,
hay sábados que pueden estallar... ahora,
y domingos que me atañen, por la esperanza
que queda en la jaula de la luna.

Pero hay hadas con nombre, de pocas letras,
que tienen el corazón más grande...
que los milagros.

Itamar


Itamar, el néctar de las orquídeas
de cuarzo, jugo que se baña en el océano
de tus labios de mar,
y observa el acuario medieval de la noche
¡canta coplas! a la catedral indumentada
de marfil.

Itamar, se posa el lirio en tus mejillas
de mayo, el índigo de la aurora
se refleja en tu cuerpo de flor,
y los semáforos de la medianoche
no impiden la llegada del amanecer.

Itamar, ¡qué amanezca pronto!
pero que mis días y mis noches
se parezcan a ti,
que tus petálos boreales permanezcan
al sol, amarillos, profundamente amarillos,
y yo del polen de tus manos saque la miel...
guardándola en mí.

Itamar, el néctar de las orquídeas,
el néctar del mar perdido en la brújula
de tu ser,
y en las costas artesanas de tu silueta;
la arena te mojó...
y yo me mojé contigo,
el faro nos iluminó, porque nos volvíamos noche.

La hereje del viento


Eres la hereje del viento, la dulce
semblanza de un ocaso que tiene labios de lluvia.
Cazadora de la memoria de un relámpago,
que espera una señal para ser esclavo del tarot
de tu cuerpo que se oye en mis manos,
y hay amnesia que sale de los árboles…

Unos risueños muslos que susurran
en la pubertad de las calles,
hay unos ojos que te ruegan un abrazo,
mientras la luna hechicera se cae
en tu patio.

Yo me bebo la magia de tu cuerpo
que se deja ir a mi alma, una esencia
que siempre canta en el hueco erótico de las horas,
me deja ser suspiro que se clava en su boca sublime,
sublime su piel de fiesta en el asilo místico
de hacerme inmortal con sus ósculos tersos,
somos dos noches que dialogan del amor…

Encaja tus piernas en las mías,
hay mil luces condenadas a apagarse en tu espalda.

Tú eres la hereje del viento,
la estrella que tiene lengua de mariposa,
y la doncella que se roba
el abecedario de mis pupilas…

En un lento aire que me mata, que me envuelve,
que ya me hace parte del ritual de su lecho
como todas las madrugadas gitanas de hace días.

6 de febrero de 2009

Tu cuerpo es un viaje


Tu vestido es; devoción de niebla y suspiro
de hoja, me gusta cuando te haces mi guarida
y te sonrojas como las almendras, como las farolas
veraniegas… Con dulce voz de ocaso.

Tu vestido es un pájaro erguido de mármol,
a veces es una estrella triste tiritando de frío
en mis ojos de escribano,
y esa hilaza de la sutil flor que antes fuera beleño
de mi alma, ahora es paz enamorada
de tu potestad.

Tu vestido es un eventual oleaje ameno,
con frenesí segador, este albor pregona.

Tu cuerpo es un viaje, es una mirilla de terciopelo
y esta en afinidad con el cielo azur…
Me gusta que te gusten los astros
y te gusta que en un muelle la sonrisa
del dulce atardecer te espere amorosa.

Tu vestido se adelgaza en el atlas
de mi silencio involuntario.


5 de febrero de 2009

Demonios vacíos


El talón cándido de las palabras tuyas
como ventisca que araña mis oídos de arena,
que con tu lengua perlada
haz de perforar el corazón mío.

Eres una cereza enredándose
en el vientre de una playa ignota,
entonces manjar que lisonja
a la noche ilusionada
en el lecho de estrellas,
que son luciérnagas dormidas
como conciencias floridas temblando
de amor con paladar exquisito,
llenas de cuerpos.

Eres un continente incluso de corales
que jilgueros de cristal, que vergeles serenos,
con sonrisa de fuego y figura de mar.
Desde la ventana de un pájaro te veo
que me abre sus alas como se abren los claveles
al sol candente.

Piel de cereza tienes, dulce mujer errante
como palabras tuyas y como las mías.
Ninfa bañada por el suelo vicario
observa a los demonios vacíos
hacerse, hacerse agua.

4 de febrero de 2009

Serpentina de ámbar que cae en espiral


Serpentina de ámbar que cae en espiral
tu pétalo enardecido como trovadora que se mira
en el trinar de su fragancia, es que anémona
aterciopelada eres que te estiras
como el día gitano y yerto hasta los ojos de la luna llena,
te vistes de sempiterna, nunca se acaba
tu cuerpo dormido en mi alma…

Eres así, esa alba dividida en horizontes y relieves.
La esfinge que rima con cristalina, la gema primaveral
que suspira en la estrella más lejana del cielo,
que su vientre está a punto de dar a luz
mil sueños.

¡Ah, tú, mágica! Cuando te vistes de sirena y de mar.
¡Ah! Tú sacudes tu cuerpo desnudo
en mis venas calladas, acallas en la piel del silencio
que descobija su pecho sutil y dulce.
La nectarina de tus labios es hostia serena
que vuela como gaviota pintoresca
y como ladina pupila de flor.

Blanca y azulada eres, como el mar, como las nubes…
La más marina musa, que vive en el aura de los arrecifes
y en las alas ignotas de la lujuria,
esa mujer paladina que elogio en mi rondel.
Serpentina de ámbar que cae en espiral
bañándome de su satín opalino,
¡Ah! Tus muslos de lino y de lirio,
de oro fino labrada.

Tus senos son besos que respiran el alfabeto
de mi almohada de marfil, sensual y misteriosa veleta
que viaja transparente a mis brazos amorosos
y al pensamiento astral y eterno, eterno.

Tu fogata de memorias es fumarola de lechos
donde dormían los iceberg y los iglúes,
esta realidad es un karma, es un relámpago lozano
que estalla en tu cintura de cerámica,
tú eres un capullo que se abre
como las plumas del quetzal tricolor…

Mujer mía, tu atemporal y coloquial figura
es la alborada de seda, es catedral y es pergamino,
es un bostezo del corazón.

He decidido llenarte de la faz de los pájaros,
enraizar tu lengua y mi lengua, tejernos mariposas
en el estómago y sacarlas a que vuelen como cometas,
que coincidan mis ansias con tu cuello bordado
de rosas amarillas y rojas.

Las nubes vuelan como sonámbulas,
como semblanzas que galopan siderales, como rumores
místicos hasta mi añoranza. Debes sentirte
fulgor trémulo y candor indefinible.

Te he hallado metida en mi palma con sueño,
aplaudiéndole a los grillos espesos
que emigran de un cuerpo a otro
como buscando pretéritos sordos,
futuros blandos y églogas vespertinas.
Serpentina de ámbar que cae en espiral,
el color de la desinencia en esta residencia
de musgos que nacen de tus manos de leche…

Caricias, caricias, te doy caricias,
ahora que he decidido llenarte de la faz
de los pájaros y acentuar las sonrisas
de tus perfumados tobillos,
llevan tilde tus pies, tus pies llevan tilde
porque son almibarados.

Inminentemente mi tinta afable
es un atardecer beato que a veces
sabe agridulce, pero he asumido
que en la biodiversidad del romance
te he escrito por más de siete horas,
en este recuento de optimismo…

Tú eres concienzuda ciudad de hojarascas,
de otoños tocando a la ventana,
a lo largo de mi vida nunca he amado
como te amo a ti
pero tú eres concienzuda y hermosa
estío e invierno irreversible…
Y te amo, te amo tanto.

Estoy aunando mi conciencia con tu timidez
y estoy dejando atrás los recuerdos vanos,
me estoy encarando con tu abrazo fausto
yo que en antaño no era profundo
pero me has hecho arduo y sinónimo
de tu piel morena.

Serpentina de ámbar que cae en espiral,
mañana alcanzaré la aurora, la colocaré en un retrato
que colgaré en la pared colosal del universo,
y tú eres mi universo de aloé…

Mañana te regocijaré en estos, mis brazos,
mañana quizás te abrazaré muy tímidamente
y te meterás en mis hombros que tanto te extrañan
y le arrancaremos a los ojos muchas miradas.
He decidido llenarte de la faz
de los ensueños, de alelíes y de besos.
Mañana, mañana.

Están nevando primaveras


En tus ojos de cuarzo están nevando primaveras.
Tu mirada es de trigo, de un polen que con su verdear
hace que tiriten los mares…
Y he rozado con mi vuelo tus venas
que parecen dalias,
mis pupilas se hacen cascadas, te recorren,
te recorren pues, todas mis ansias en sigilo.
Para tus ojos soy hidalgo
y soy un verso de trementina
que se hace fogata en tus dulces brazos,
esta noche es como el suspiro
de tu cintura vestida de solera
como sutil pradera cálida, que me atrapa
con su connotación fervorosa.
De tus ojos gallardos nacen claveles
son un ramillete de estrellas fugaces.
Tu mirar, es un mirar que se ciñe
a mi enjambre de caricias que son llamaradas,
que vuelan, que vuelan y se cimbran
en tu cuerpo y en tus ojos de cuarzo
donde están nevando primaveras.