
Recién que te amo, recojo anémonas de los oteros,
tú, osada prominencia, del suelo concibes flores
que imperaran en el regocijo de un regazo sereno,
cuando el canto del pionero lucero sonrosara
a mi legítima emperatriz.
He simpatizado con tu áureo perfume marino,
¡Ah! En tu cándido esplendor irrumpo
eventualmente al idilio engendramos, amor,
recién que te amo, advierto que el corazón se me desfonda
del pecho y se asoma el matutino sueño
entre danzas reminiscentes de cascadas.
Recién que te amo amor, los labios ya no me pesan,
ahora con ansia soberana le he visto pasar
al viento enamorado, que tu grácil muñeca
de junio ya en mis brazos te confundes.
Recién que te amo María, recojo anémonas de los oteros,
e impetuoso, tu cariño clamo… Y me lo das, me lo das
majestuoso, recién que te amo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario