
Ya le has dado la vuelta al mundo corazón,
que acallas en esa piedra núbil el despecho.
Cupido es una célula, que en caballo blanco
echa alegorías fanales como si fuera cazador
del viento y del beso, de los vitrales marinos y bandoleros
descifrar a la flecha lanzada con tiranía…
Con toda mi hambre, tu controversial silabario
que no tiene herencias, ni Querubines ni narcisos.
¡Ah! El amor, un paraje salino como nauta
que en pos de ser romántico, escarba en el cielo
su estrofa amorosa y desteñida…
Pero Cupido no me conoce,
y soy archipiélago y cóndor surcando párpados
blasones, son de antaño los corazones
y sus latidos, son riberas que zumban
en el apogeo de aquellos días y de estos.
Esta asunción monarca es pescadora,
es el corazón que a veces se detiene cuando llega febrero,
montado en una nube desnuda que se esconde
en mi alma espumosa, pero los grandes labios del día
se sacuden en mi barcarola arrugada.
Es que en las venas de un arco, la sangre es flecha
que choca con mi sombra enamorada
y con mi pupila resarcida por el sueño de amar…
Cupido florido, mi corazón ya le ha dado la vuelta al mundo
hasta se ha ido a los poros ciegos de la caricia.
Quiero un tren que a tus pies hermosos me lleve,
y a ras del suspiro… Soñar que no he soñado.
que acallas en esa piedra núbil el despecho.
Cupido es una célula, que en caballo blanco
echa alegorías fanales como si fuera cazador
del viento y del beso, de los vitrales marinos y bandoleros
descifrar a la flecha lanzada con tiranía…
Con toda mi hambre, tu controversial silabario
que no tiene herencias, ni Querubines ni narcisos.
¡Ah! El amor, un paraje salino como nauta
que en pos de ser romántico, escarba en el cielo
su estrofa amorosa y desteñida…
Pero Cupido no me conoce,
y soy archipiélago y cóndor surcando párpados
blasones, son de antaño los corazones
y sus latidos, son riberas que zumban
en el apogeo de aquellos días y de estos.
Esta asunción monarca es pescadora,
es el corazón que a veces se detiene cuando llega febrero,
montado en una nube desnuda que se esconde
en mi alma espumosa, pero los grandes labios del día
se sacuden en mi barcarola arrugada.
Es que en las venas de un arco, la sangre es flecha
que choca con mi sombra enamorada
y con mi pupila resarcida por el sueño de amar…
Cupido florido, mi corazón ya le ha dado la vuelta al mundo
hasta se ha ido a los poros ciegos de la caricia.
Quiero un tren que a tus pies hermosos me lleve,
y a ras del suspiro… Soñar que no he soñado.